Lo bello es algo ardiente y triste, una cosa un poco vaga que abre paso a la conjetura. Lo bello es siempre raro. Yo no quiero decir que es voluntariamente, fríamente raro, pues en ese caso sería un monstruo salido de los rieles de la vida. Quiero decir que contiene siempre un poco de rareza, de rareza ingenua, no querida, inconsciente, y que es esta rareza lo que lo hace particularmente bello.
Charles Baudelaire
lunes, 5 de abril de 2010
CRITICAS
LA NACION
Una perturbadora pasión lobuna
Marcelo Subiotto ofrece con Amentia una propuesta casi hipnótica
Nuestra opinión: muy buena
Amentia es poesía, pero no una poesía fácil, abierta, lineal. No. El mundo de la obra que escribió y dirige Marcelo Subiotto invita a entrar y a degustar una sensibilidad poética extraña, con una textura por momentos muy rugosa, pero que sorpresivamente se ilumina y se vuelve etérea a partir de infinidad de pequeños detalles. Entre ellos está la voz de Sylvia Tavcar, que regala no sólo bellísimas canciones suecas, sino que logra cambiar de clima con una mirada o con una simple melodía silbada que acompaña el relato de una de sus compañeras.
Son cuatro mujeres que recuerdan a Amentia, una de ellas, que ya no está. Ellas tienen varios puntos en común; el primero, una atracción irrevocable por la Luna, hecho que las ha vuelto peregrinas, al menos hasta que lo que podría ser un neuropsiquiátrico coartó ese peregrinar. Lo que el encierro no ha logrado es desterrar de sus cuerpos esa pasión lobuna, sólo la ha reinventado, la ha transformado en una ceremonia que insisten en compartir con los demás.
Es claro que las cuatro persiguen lo mismo, pero lo hacen partiendo de distintas actitudes, que van desde el enojo hasta la esperanza, pasando por una quieta inocencia. Allí, las cuatro actrices con las que Subiotto formó su elenco ofrecen una gama riquísima y variada de sutiles diferencias que las vuelve reconocibles y queribles, tanto que traspasa la fría distancia que puede provocar la locura. Sin duda, el director supo ayudar a cada una de ellas a que encuentre ese eje que las hace únicas.
La propuesta es pequeña en dimensiones -el espacio escénico es mínimo-, pero logra dejar una sensación de enorme vacío en la boca del estómago. Amentia es seca, no regala nada, lo que la convierte en un hecho teatral perturbador, pero con trazos claros y delicados. La combinación es hipnótica.
Verónica Pagés
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1207344
REVISTA LLEGAS
Entrar a la sala de Puerta Roja para presenciar Amentia, la última producción del director y dramaturgo Marcelo Subiotto, provoca en el espectador una sensación alterada. Presenciar la obra es inmiscuirse en un relato construido a cuatro voces, y es al mismo tiempo participar de un acto poético de quienes intentan nombrar lo que no es para nadie, con palabras. Hay algo extraño en esa chica que nos saluda cuando ingresamos a la sala, se reconoce la extrañeza en su saludo ampuloso y algo desvinculado, como fuera de sí. Pero no tenemos tiempo a reaccionar y así, un poco más alertas, nos sentamos en las gradas. La sala es ahora un cubículo de madera que nos deja rápidamente sin salida y nos retiene frente a las cuatro chicas sentadas en sus sillas, como si fuéramos los confidentes de su fantasías y alucinaciones, ordenadas de tal manera como si se tratara de un hermoso sueño diurno compartido por las cuatro y con nosotros. Cuando esa sospechosa acomodadora se integra a la escena, nos avisa: “Esto que les vamos a contar le pasó, de verdad, a una de nosotras. Pero como acá todas somos una, nos pasó a todas… a todas”. Hay que destacar el trabajo que, del texto escrito por Subiotto, hicieron las actrices (Verónica González, Julieta Graziani, Lucia Rodriguez, Sylvia Tavcar), de un relato que sólo podría tener sentido para ellas, esas cuatro mujeres en escena que casi no se levantan de sus sillas, lo transforman en algo singular para cada una que parece estar hablando sólo a quienes miran. El texto pasa a través de las actrices y muta en algo único, que en ese movimiento las hace singulares a ellas mismas, mientras conversan, se pelean, se acercan o cantan una canción sueca. Es impreciso el momento en que algo desconocido y ajeno, que parece salido de una perfecta alucinación de otro, nos sorprende y nos perturba como si se tratara de algo tan real como nuestros propios sueños.
Marcelo Subiotto explica lo que es Amentia: “Es un borde, una caja, una luna, una noche, un aullido, una luz que titila mientras todos duermen. Amentia es una lengua extraña que arrulla el corazón del sueño desde el encierro último. Amentia es una canción-alma temblando en la boca. Amentia son cuatro mujeres. Amentia es lo que en los demás no es”.
Gabriel Zayat
http://www.revistallegas.com.ar/noviembre09/notateatro.html
CRITICA TEATRAL
La suspensión de lo real
La obra amentia, con texto y dirección de Marcelo Subiotto, introduce al espectador en una zona en donde las certezas se terminan y comienzan a regir las reglas de un universo extraño.
Para crear ese universo, Subiotto exhibe los intentos de construcción de una forma para contar un hecho: se prueba relatar, cantar, emplear la tecnología (la ironía sobrevuela ese tramo de la obra), y ahí entre medio de esos intentos va apareciendo, a retazos, una historia fascinante.
Es muy interesante la forma que se logra difumar el hecho teatral, al punto de provocar un descolocamiento en el espectador que se interroga constantemente acerca de lo que esta presenciando y vaciándolo de seguridades.
El excelente el tratamiento espacial es otro aporte para crear incertidumbre, ya que ubica al público en una zona imprecisa y de una inquietante intimidad con lo que sucede.
La intensidad de las actuaciones es un punto muy alto en amentia. Verónica Gonzales, Lucía Rodríguez, Julieta Graziani y Sylvia Tavcar brindan cuatro tipos de personalidades todas distintas entre si y todas, a su manera, turbadoras.
El sutil diseño de luces de Adrian Canale refuerza ese singular micro-mundo.
amentia logra con pocos elementos, pero con muchísimo talento, crear algo fundamental en el teatro: suspender la realidad.
Gabriel Peralta
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=2002
NOTICIAS URBANAS
El dulce encanto de la Poesía
El mundo femenino (no feminista) se plasma en cuatro actrices sentadas en un pequeño cubículo. Cada una con su personalidad espera, habla e intenta contar su historia, al tiempo que corre silenciosamente el velo de una "historia principal". Se llaman a sí mismas lunáticas (seguidoras de la luna). Marcelo Subiotto crea un universo poético fantástico y envolvente a partir de las características de la mujer, devolviéndolo al público en una sencilla y emotiva oda femenina. Pero ojo, esta oda cuenta con la gran virtud de ser “inclusiva”; no quiere dejar a nadie afuera de la misma. No se pone en una vereda contestaria sino que apela a la reflexión. Con una escenografía austera y una sutil iluminación, el texto hace participar al público desde una propuesta lúdica y amena con palabras que van directamente al alma. Uno de los méritos de la puesta es la construcción de un espacio pequeño e íntimo, ideal para una puesta de estas características. La presencia y la voz de Sylvia Tavcar (canta una canción en sueco de una gran emoción), los mohines y la sensibilidad de Lucía Rodríguez, la inquietante oscuridad de Verónica González (esos ojos tan profundos…) y la candidez de Julieta Graziani, son exactas. Subiotto vuelve a crear una muy interesante obra de las (mal) llamadas “obras pequeñas”, tal como había hecho en su momento con “Coplas del cartonero masón” o “La obscuridad de lo oscuro”. Con “Amentia”, conforma nuevamente una puesta recomendable a todo corazón sensible.
Daniel Gaguine
Año 5, edición impresa del 29/10/2009
Blog: ME CAGO EN LA BOHEMIA
No es nuestro objetivo comentar estrenos, afortunadamente, pero al descubrir pequeñas joyas como esta, lamentamos no haber sabido de ella antes, no haberla apoyado y seguido desde sus comienzos. Sea como fuere, el hecho de que aún siga en cartel habla, una vez más, de la importancia de la calidad y el boca a boca para que una obra respire, crezca y se transforme gracias al público.
Amentia es una obra del colectivo teatral Puerta Roja, escrita y dirigida por Marcelo Subiotto. Varios de los proyectos de Subiotto profesan un amor por la palabra, por la literatura llevada a escena y en este caso, la literatura cristaliza no sólo en poesía, si no en poética. El universo femenino que se nos revela es tan críptico como ancestral: mujeres tocadas por la voz de la luna, tan bendecidas como malditas por ese raro don, esa posible vocación con la que se identifica una de ellas. Cuatro mujeres que se nos presentan desde la ausencia de otra, Amentia, cuyo nombre cifra el misterio pero también cierta sabiduría de la tierra, un conocimiento tácito del que todas se sienten partícipes y que desean explicarnos a nosotros, el público, la visita que esperan y reciben con tanta ilusión esperanzada como desgana y frustración.
Amentia es uno de esos proyectos que cada tanto aparecen para demostrarnos que la belleza del teatro pasa por algo tan sencillo como la necesidad de contar una historia. Y si la historia es lo bastante importante, tan pequeña como para ser universal, tan grande como para ser de uno, entonces sí, quedamos atravesados por la obra y nuestras ganas de contarla serán casi las mismas que ellos, las actrices, el director, su equipo, tienen de mostrarla.
Por si fuera poco, Amentia es un muy interesante ejercicio de síntesis. La escenografía, la iluminación, el vestuario, todo, apuesta por una economía de recursos envidiable que nos obliga a centrarnos, sin distracciones posibles, en el trabajo de actuación y en la historia misma. Las actrices se nutren de lo coral manteniendo unas construcciones tan sugerentes como particulares que nos permiten fantasear sobre el antes y del después de la luna para ellas.
Entre tanto artefacto hiperrealista y tanta juventud empeñada en teatralizar el univero que gira en torno a su ombligo, resulta muy refrescante encontrar una propuesta tan original y contundente que nos recuerda que el teatro puede ser mucho más con mucho menos.
http://mecagoenlabohemia.blogspot.com/2010/05/amentia.html
VIDA Y AMOR POR LA PALABRA.
A veces los actos se vuelven tan interesantes como relevantes, Amentia es un caso, y es un gusto haber visto esta propuesta teatral tan necesaria. Un estímulo teatral de distintas lecturas, jugado como son los géneros que presenta siempre Puerta Roja y que anima al independiente teatral a sumar al movimiento.
4 mujeres (Verónica González, Julieta Graziani, Lucia Rodriguez, Sylvia Tavcar) encerradas en un cubículo, sostenidas fuera de un mundo real, y con pequeños gestos que muestran normalidad, como la misma voz, “todo parece extraño, casual”, pero parece un pase continuo de expresiones vivas de aquello que uno vive. Ellas desglosan una intencionalidad que desbordan en esencia, plena de poesía y humanidad. Es reflexiva y atrayente, siempre se quiere saber, se siente un poco mas cercana, se necesita que aparezca la voz, con la canción y esas palabras, aun así, uno espera, y casi en el final, ya la sensación desespera e igual se disfruta.
4 actrices enfocadas en un objetivo claro trazado por Marcelo Subiotto y disfrutado por todos. ¡Para ver! (Meche Martínez)
http://vidayamorporlapalabra.blog.arnet.com.ar/trackback/85476
REVISTA LLEGAS.
Amentia
El espacio ha sido deliberadamente reducido, no sólo por que es necesario que haya cierta relación cercana entre actrices y espectadores, sino por que lo que se ha de vivir es de algún modo del orden de lo artificial y el sistema se constituye en el planteo, en esa interrogación: ¿caja?, ¿encierro?, ¿madera?
Es evidente que esperan a alguien, que nos esperan y aunque oscilan en construirnos destinatarios e ignorarnos en los preparativos, todo lo hacen en función de la visita-testigos que somos.
Algo quieren ofrecer; una canción, la voz de una ausente, una serie de explicaciones, algún relato. Pero en el no ponerse de acuerdo, en el preguntarse por el sentido, en el restar importancia a la creencia por parte de quienes escuchan, lo que sucede es la reflexión sobre lo teatral, una pregunta sobre la propia representación, sobre el ensayo, sobre el sentido de lo que se hace y lo que no se hace, sobre la verosimilitud.
Nos dicen (¿sabemos?)que pertenecen a alguna instancia de encierro y que algo tienen que ver con la luna: ella les produce fascinación y síntomas. Hay una mujer, nos dicen, que se llama Amentia, y que, deliberadamente, se despide.
Los relatos son fragmentarios, dispersos, pero por sobre todo poderosamente poéticos. Las mujeres que son testimonio de la Luna nos arrastran con voces tiernas, poderosas, oscilantes, verdaderas, y con sus cuerpos atravesados por el misterio oscuro de lo que nos revelan.
Puro acontecimiento poético, ingresar en su universo. Suceder teatral puro.
Mónica Berman
Una perturbadora pasión lobuna
Marcelo Subiotto ofrece con Amentia una propuesta casi hipnótica
Nuestra opinión: muy buena
Amentia es poesía, pero no una poesía fácil, abierta, lineal. No. El mundo de la obra que escribió y dirige Marcelo Subiotto invita a entrar y a degustar una sensibilidad poética extraña, con una textura por momentos muy rugosa, pero que sorpresivamente se ilumina y se vuelve etérea a partir de infinidad de pequeños detalles. Entre ellos está la voz de Sylvia Tavcar, que regala no sólo bellísimas canciones suecas, sino que logra cambiar de clima con una mirada o con una simple melodía silbada que acompaña el relato de una de sus compañeras.
Son cuatro mujeres que recuerdan a Amentia, una de ellas, que ya no está. Ellas tienen varios puntos en común; el primero, una atracción irrevocable por la Luna, hecho que las ha vuelto peregrinas, al menos hasta que lo que podría ser un neuropsiquiátrico coartó ese peregrinar. Lo que el encierro no ha logrado es desterrar de sus cuerpos esa pasión lobuna, sólo la ha reinventado, la ha transformado en una ceremonia que insisten en compartir con los demás.
Es claro que las cuatro persiguen lo mismo, pero lo hacen partiendo de distintas actitudes, que van desde el enojo hasta la esperanza, pasando por una quieta inocencia. Allí, las cuatro actrices con las que Subiotto formó su elenco ofrecen una gama riquísima y variada de sutiles diferencias que las vuelve reconocibles y queribles, tanto que traspasa la fría distancia que puede provocar la locura. Sin duda, el director supo ayudar a cada una de ellas a que encuentre ese eje que las hace únicas.
La propuesta es pequeña en dimensiones -el espacio escénico es mínimo-, pero logra dejar una sensación de enorme vacío en la boca del estómago. Amentia es seca, no regala nada, lo que la convierte en un hecho teatral perturbador, pero con trazos claros y delicados. La combinación es hipnótica.
Verónica Pagés
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1207344
REVISTA LLEGAS
Entrar a la sala de Puerta Roja para presenciar Amentia, la última producción del director y dramaturgo Marcelo Subiotto, provoca en el espectador una sensación alterada. Presenciar la obra es inmiscuirse en un relato construido a cuatro voces, y es al mismo tiempo participar de un acto poético de quienes intentan nombrar lo que no es para nadie, con palabras. Hay algo extraño en esa chica que nos saluda cuando ingresamos a la sala, se reconoce la extrañeza en su saludo ampuloso y algo desvinculado, como fuera de sí. Pero no tenemos tiempo a reaccionar y así, un poco más alertas, nos sentamos en las gradas. La sala es ahora un cubículo de madera que nos deja rápidamente sin salida y nos retiene frente a las cuatro chicas sentadas en sus sillas, como si fuéramos los confidentes de su fantasías y alucinaciones, ordenadas de tal manera como si se tratara de un hermoso sueño diurno compartido por las cuatro y con nosotros. Cuando esa sospechosa acomodadora se integra a la escena, nos avisa: “Esto que les vamos a contar le pasó, de verdad, a una de nosotras. Pero como acá todas somos una, nos pasó a todas… a todas”. Hay que destacar el trabajo que, del texto escrito por Subiotto, hicieron las actrices (Verónica González, Julieta Graziani, Lucia Rodriguez, Sylvia Tavcar), de un relato que sólo podría tener sentido para ellas, esas cuatro mujeres en escena que casi no se levantan de sus sillas, lo transforman en algo singular para cada una que parece estar hablando sólo a quienes miran. El texto pasa a través de las actrices y muta en algo único, que en ese movimiento las hace singulares a ellas mismas, mientras conversan, se pelean, se acercan o cantan una canción sueca. Es impreciso el momento en que algo desconocido y ajeno, que parece salido de una perfecta alucinación de otro, nos sorprende y nos perturba como si se tratara de algo tan real como nuestros propios sueños.
Marcelo Subiotto explica lo que es Amentia: “Es un borde, una caja, una luna, una noche, un aullido, una luz que titila mientras todos duermen. Amentia es una lengua extraña que arrulla el corazón del sueño desde el encierro último. Amentia es una canción-alma temblando en la boca. Amentia son cuatro mujeres. Amentia es lo que en los demás no es”.
Gabriel Zayat
http://www.revistallegas.com.ar/noviembre09/notateatro.html
CRITICA TEATRAL
La suspensión de lo real
La obra amentia, con texto y dirección de Marcelo Subiotto, introduce al espectador en una zona en donde las certezas se terminan y comienzan a regir las reglas de un universo extraño.
Para crear ese universo, Subiotto exhibe los intentos de construcción de una forma para contar un hecho: se prueba relatar, cantar, emplear la tecnología (la ironía sobrevuela ese tramo de la obra), y ahí entre medio de esos intentos va apareciendo, a retazos, una historia fascinante.
Es muy interesante la forma que se logra difumar el hecho teatral, al punto de provocar un descolocamiento en el espectador que se interroga constantemente acerca de lo que esta presenciando y vaciándolo de seguridades.
El excelente el tratamiento espacial es otro aporte para crear incertidumbre, ya que ubica al público en una zona imprecisa y de una inquietante intimidad con lo que sucede.
La intensidad de las actuaciones es un punto muy alto en amentia. Verónica Gonzales, Lucía Rodríguez, Julieta Graziani y Sylvia Tavcar brindan cuatro tipos de personalidades todas distintas entre si y todas, a su manera, turbadoras.
El sutil diseño de luces de Adrian Canale refuerza ese singular micro-mundo.
amentia logra con pocos elementos, pero con muchísimo talento, crear algo fundamental en el teatro: suspender la realidad.
Gabriel Peralta
http://www.criticateatral.com.ar/index.php?ver=ver_critica.php&ids=1&idn=2002
NOTICIAS URBANAS
El dulce encanto de la Poesía
El mundo femenino (no feminista) se plasma en cuatro actrices sentadas en un pequeño cubículo. Cada una con su personalidad espera, habla e intenta contar su historia, al tiempo que corre silenciosamente el velo de una "historia principal". Se llaman a sí mismas lunáticas (seguidoras de la luna). Marcelo Subiotto crea un universo poético fantástico y envolvente a partir de las características de la mujer, devolviéndolo al público en una sencilla y emotiva oda femenina. Pero ojo, esta oda cuenta con la gran virtud de ser “inclusiva”; no quiere dejar a nadie afuera de la misma. No se pone en una vereda contestaria sino que apela a la reflexión. Con una escenografía austera y una sutil iluminación, el texto hace participar al público desde una propuesta lúdica y amena con palabras que van directamente al alma. Uno de los méritos de la puesta es la construcción de un espacio pequeño e íntimo, ideal para una puesta de estas características. La presencia y la voz de Sylvia Tavcar (canta una canción en sueco de una gran emoción), los mohines y la sensibilidad de Lucía Rodríguez, la inquietante oscuridad de Verónica González (esos ojos tan profundos…) y la candidez de Julieta Graziani, son exactas. Subiotto vuelve a crear una muy interesante obra de las (mal) llamadas “obras pequeñas”, tal como había hecho en su momento con “Coplas del cartonero masón” o “La obscuridad de lo oscuro”. Con “Amentia”, conforma nuevamente una puesta recomendable a todo corazón sensible.
Daniel Gaguine
Año 5, edición impresa del 29/10/2009
Blog: ME CAGO EN LA BOHEMIA
No es nuestro objetivo comentar estrenos, afortunadamente, pero al descubrir pequeñas joyas como esta, lamentamos no haber sabido de ella antes, no haberla apoyado y seguido desde sus comienzos. Sea como fuere, el hecho de que aún siga en cartel habla, una vez más, de la importancia de la calidad y el boca a boca para que una obra respire, crezca y se transforme gracias al público.
Amentia es una obra del colectivo teatral Puerta Roja, escrita y dirigida por Marcelo Subiotto. Varios de los proyectos de Subiotto profesan un amor por la palabra, por la literatura llevada a escena y en este caso, la literatura cristaliza no sólo en poesía, si no en poética. El universo femenino que se nos revela es tan críptico como ancestral: mujeres tocadas por la voz de la luna, tan bendecidas como malditas por ese raro don, esa posible vocación con la que se identifica una de ellas. Cuatro mujeres que se nos presentan desde la ausencia de otra, Amentia, cuyo nombre cifra el misterio pero también cierta sabiduría de la tierra, un conocimiento tácito del que todas se sienten partícipes y que desean explicarnos a nosotros, el público, la visita que esperan y reciben con tanta ilusión esperanzada como desgana y frustración.
Amentia es uno de esos proyectos que cada tanto aparecen para demostrarnos que la belleza del teatro pasa por algo tan sencillo como la necesidad de contar una historia. Y si la historia es lo bastante importante, tan pequeña como para ser universal, tan grande como para ser de uno, entonces sí, quedamos atravesados por la obra y nuestras ganas de contarla serán casi las mismas que ellos, las actrices, el director, su equipo, tienen de mostrarla.
Por si fuera poco, Amentia es un muy interesante ejercicio de síntesis. La escenografía, la iluminación, el vestuario, todo, apuesta por una economía de recursos envidiable que nos obliga a centrarnos, sin distracciones posibles, en el trabajo de actuación y en la historia misma. Las actrices se nutren de lo coral manteniendo unas construcciones tan sugerentes como particulares que nos permiten fantasear sobre el antes y del después de la luna para ellas.
Entre tanto artefacto hiperrealista y tanta juventud empeñada en teatralizar el univero que gira en torno a su ombligo, resulta muy refrescante encontrar una propuesta tan original y contundente que nos recuerda que el teatro puede ser mucho más con mucho menos.
http://mecagoenlabohemia.blogspot.com/2010/05/amentia.html
VIDA Y AMOR POR LA PALABRA.
A veces los actos se vuelven tan interesantes como relevantes, Amentia es un caso, y es un gusto haber visto esta propuesta teatral tan necesaria. Un estímulo teatral de distintas lecturas, jugado como son los géneros que presenta siempre Puerta Roja y que anima al independiente teatral a sumar al movimiento.
4 mujeres (Verónica González, Julieta Graziani, Lucia Rodriguez, Sylvia Tavcar) encerradas en un cubículo, sostenidas fuera de un mundo real, y con pequeños gestos que muestran normalidad, como la misma voz, “todo parece extraño, casual”, pero parece un pase continuo de expresiones vivas de aquello que uno vive. Ellas desglosan una intencionalidad que desbordan en esencia, plena de poesía y humanidad. Es reflexiva y atrayente, siempre se quiere saber, se siente un poco mas cercana, se necesita que aparezca la voz, con la canción y esas palabras, aun así, uno espera, y casi en el final, ya la sensación desespera e igual se disfruta.
4 actrices enfocadas en un objetivo claro trazado por Marcelo Subiotto y disfrutado por todos. ¡Para ver! (Meche Martínez)
http://vidayamorporlapalabra.blog.arnet.com.ar/trackback/85476
REVISTA LLEGAS.
Amentia
El espacio ha sido deliberadamente reducido, no sólo por que es necesario que haya cierta relación cercana entre actrices y espectadores, sino por que lo que se ha de vivir es de algún modo del orden de lo artificial y el sistema se constituye en el planteo, en esa interrogación: ¿caja?, ¿encierro?, ¿madera?
Es evidente que esperan a alguien, que nos esperan y aunque oscilan en construirnos destinatarios e ignorarnos en los preparativos, todo lo hacen en función de la visita-testigos que somos.
Algo quieren ofrecer; una canción, la voz de una ausente, una serie de explicaciones, algún relato. Pero en el no ponerse de acuerdo, en el preguntarse por el sentido, en el restar importancia a la creencia por parte de quienes escuchan, lo que sucede es la reflexión sobre lo teatral, una pregunta sobre la propia representación, sobre el ensayo, sobre el sentido de lo que se hace y lo que no se hace, sobre la verosimilitud.
Nos dicen (¿sabemos?)que pertenecen a alguna instancia de encierro y que algo tienen que ver con la luna: ella les produce fascinación y síntomas. Hay una mujer, nos dicen, que se llama Amentia, y que, deliberadamente, se despide.
Los relatos son fragmentarios, dispersos, pero por sobre todo poderosamente poéticos. Las mujeres que son testimonio de la Luna nos arrastran con voces tiernas, poderosas, oscilantes, verdaderas, y con sus cuerpos atravesados por el misterio oscuro de lo que nos revelan.
Puro acontecimiento poético, ingresar en su universo. Suceder teatral puro.
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